Actor:L.Tobón
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Sophie es una chica que a simple vista parece tímida y muy reservada. Sin embargo, nadie sospecha que en su mente ella tiene su propio mundo, el cual está lleno de muchos placeres que quiere conocer, sólo que no se ha atrevido a intentar descubrirlos, pues son más fuertes sus miedos. Todo para ella cambia cuando conoce a Dylan, un chico que es como salido de su mundo de fantasías. ¿Qué pasará cuando él le muestre ese mundo lleno de placer y todo cambie para ella?, ¿darán rienda suelta a sus más oscuras y lujuriosas fantasías?, ¿o podrá más el miedo? Al final puede que ambos terminen creando su propio mundo lleno de pasión y lujuria, pero agregándole amor y ternura. ¿Quién sabe? Todo puede pasar mientras descubres el placer.
Calor, tengo mucho calor, siento cómo se eriza cada poro de mi piel; ¿qué será esta sensación tan placentera y deliciosa?; puedo sentir que reparten besos por todo mi cuello y mi cara, Dios... besos húmedos, muy húmedos, bajando desde mi cuello hasta mi pecho. Aprietan mis senos y me estremezco cuando pellizcan mis duros pezones, me siento enloquecer; los deliciosos besos llegan poco a poco hasta mi ombligo y luego de que lo rodean con la lengua, muerden mis caderas, las cuales ya se mueven por sí solas; quiero agarrar el cabello de la persona que me tortura tan deliciosamente, pero sólo hasta este momento me doy cuenta de que mis manos están atadas a la cabecera de mi cama y me pregunto: ¿cómo demonios no me había dado cuenta antes de ese pequeño detalle?... ¡Ah sí!, la lujuria no me dejaba pensar con claridad. Todos mis pensamientos se ven interrumpidos cuando noto como unas manos levantan mi trasero de la cama y quiero protestar, pero todas las palabras se me quedan atascadas en la garganta cuando siento que mi clítoris es recorrido lentamente por una lengua. Es la mejor sensación que he experimentado, o eso pensaba hasta que mi sexo es invadido por esa lengua; me arqueo violentamente y siento que vuelo, mi vientre empieza a doler y mi clítoris a palpitar, los dedos de mis pies se contraen en torno a la sábana debajo de mí, ahí está esa sensación, voy a tener un orgasmo y ahí... sucede... Me despierto sobresaltada. ¡Noooo!, no puedo creerlo ¡¡MALDITOS SUEÑOS!! Siempre es lo mismo: sueños tan intensos y prácticamente reales que terminan conmigo despertando justo cuando voy a alcanzar el clímax; no es justo, creo que mi subconsciente me odia, y, es que ya perdí la cuenta del tiempo que llevo soportando esto; despertándome a mitad de la noche con mis manos y mis dedos sobre mí, totalmente empapada, tanto por el sudor, como por mis fluidos, imaginando todo tipo de locuras; definitivamente creo que me estoy volviendo loca; puedo declararlo libremente, total y completamente loca; además de pervertida porque mira que tener ese tipo de sueños; muchas personas sueñan que están cayendo por un vacío o algún otro tipo de sueños locos, pero a mí me persiguen mis mayores fantasías hasta en la inconsciencia, debo controlar mejor todos estos sueños lujuriosos o voy a terminar loca y más frustrada sexualmente de lo que me encuentro ahora. Desde que mi curiosidad por el sexo despertó, también lo hicieron estos sueños que me torturan y ese mundo que a veces irrumpe en mi cabeza, ese mundo de placer en el que puedo alcanzar todas mis más oscuras fantasías, pero todo esto me está sobrepasando; a este paso me volveré un zombi andante por no poder dormir bien y también un ogro con toda esta frustración que se está almacenando dentro de mí, y, no es como si pudiera decir que la puedo liberar con alguien, no; porque a pesar de todos estos sueños locos y el mundo que habita en mi mente, yo no me atrevería nunca a cumplir algo así; mi timidez y el miedo al mundo real me lo impiden, soy como una tortuguita que se mantiene escondida en su caparazón, huyendo siempre de las cosas nuevas que se presentan, porque representan peligro. Al final, después de discutir otro poco conmigo misma decido que lo más sensato es dejar de torturarme con tantos pensamientos sobre mi miedo al mundo y aprovechar que mi sueño frustrante me despertó temprano (nuevamente) para sacarle cosas buenas y productivas a mi día; observo el reloj sobre la mesita de noche al lado de mi cama y veo que son las siete y treinta de la mañana; por lo que tal vez ya ha llegado nuevo trabajo a mi correo electrónico, y, ahí es donde los pensamientos locos vuelven a invadirme, pues gracias a mi trabajo fue que empezó mi gran curiosidad por el sexo. Mi empleo es en una pequeña editorial en la cual me encargo de corregir libros; desde que empecé me he dedicado más que todo a corregir libros y cuentos infantiles y una que otra vez a ilustrarlos, pues se me da bien el dibujo, pero la cuestión es que hace poco uno de mis compañeros sufrió un accidente y tuvo que ausentarse por unos días del trabajo, así que mi querida jefa nos pidió ayuda a algunas chicas para encargarnos de los libros que corregía nuestro compañero y ahí fue que toda la realidad me golpeó, pues al momento de repartir los proyectos en los que él estaba trabajando a mí me dieron tres libros de categoría erótica; la verdad nunca había leído uno de esos, si llegué a escuchar a algunos compañeros mencionarlos en horas de almuerzo, pero de ahí a leerlos... la verdad nunca me atreví, así que me llevé una gran sorpresa al conocer todos esos libros y luego de unas semanas vinieron los sueños, mi mente se dejó llevar y era ver a un chico muy guapo en la oficina o en la calle e inmediatamente imaginarme protagonizando una de las escenas que leía en los libros con él; pero el caso es que al terminar de dejar volar mi imaginación llegaba siempre la culpa, me sentía mal y como una completa pervertida. No quiero que la gente piense mal de mí y nunca me atrevería a pedirle eso a un chico, justo ahí está el otro dilema, sucede que en mis veintiún años de vida he tenido solo dos novios y a lo máximo que llegué fue a un buen beso con lengua, y eso, podría decirse que fue mucho, pero nunca me atreví a explorar más; tal vez no tenía la suficiente confianza en los chicos o simplemente mi miedo pudo más y es que, la última relación que tuve fue hace tres años y aún no me sentía preparada para pasar al siguiente nivel, así que soy una virgen pervertida con pensamientos acosadores hacia los chicos guapos que veo, pero cuando intentan acercarse a mí salgo prácticamente corriendo despavorida, en resumidas cuentas me siento patética y como todos los días termino diciéndome que debo ser más extrovertida (cosa que sé que nunca cumpliré). Me doy cuenta de que sigo divagando y en eso miro que ya son más de las ocho de la mañana, así que ahora si me levanto y me acerco al armario donde guardo mi ropa, la cual cae sobre mí como una avalancha apenas abro la puerta, hago una nota mental de organizarla más tarde mientras escojo una camiseta tres tallas más grande que yo y saco unas bragas de mi cajoncito de la ropa interior; es mi día de descanso así que aprovecho para ser libre del sujetador, luego me voy a la ducha a darme un buen baño para limpiar todo el sudor que provocó mi pervertido sueño. Tras haberme dado un baño que relajó toda la tensión en mis músculos producto de la frustración sexual, me voy a la cocina de mi pequeño departamento. Hace más o menos seis meses vivo sola y como llegué de lleno a incorporarme al trabajo aún quedan algunas cajas en los rincones o muebles mal ubicados, pues con toda la emoción por el trabajo y por haberme independizado y librado de un padre extremadamente sobreprotector, no es que haya hecho muchas amistades y menos alguien con la fuerza suficiente como para pedirle que me ayude a mover las cosas pesadas; además, el conserje del edificio ya está demasiado mayor, por lo que es imposible conseguir su ayuda; pero ya pensaré en algo para terminar de acomodarme. Sigo pensando en las cajas que aún me faltan por desempacar y en lo que me puede faltar para el departamento mientras saco yogurt de melocotón del refrigerador y alcanzo la caja de cereal de chocolate de los gabinetes de la cocina; luego me siento en uno de los bonitos taburetes ubicados a lo largo de la barra que separa la sala de la cocina. Mientras termino el cereal escucho como el teléfono suena, pero no contesto pues ya sospecho quién puede ser, al terminar de sonar el teléfono suena la contestadora y la voz de mi madre resuena por la cocina: —¡Sophie cariño!, ha pasado una semana sin que le des una llamada a tu pobre madre, sé que estás ahí pero no te presionaré, solo quiero saber cómo estás, qué tal va la semana y si has conocido a algún chico guapo —Se queda en silencio unos largos segundos y luego de un suspiro dramático vuelve a hablar—. Está bien he entendido el rechazo señorita, pero sabes que debes llamarme, papá manda cariños y pide que te reportes, te queremos, ¡¡LLÁMAMEEEE!! En cuanto el mensaje de mi loca madre finaliza suelto un suspiro, la amo pero a veces me siento demasiado presionada por su parte y es que siempre quiere saber si estoy con algún chico, si fuera por ella, creo me casaría a la fuerza sólo por verme con alguien. Entre sus ganas de conseguirme un esposo y la sobreprotección de mi padre estaba volviéndome loca, así que cuando vi la manera de escapar de casa la aproveché y esa oportunidad fue el trabajo en la editorial; cuando les comenté mi decisión en nuestra última cena familiar papá casi se desmaya, pues no quería dejar que su pequeña viviera sola, creo que a él le debo mi miedo al mundo y mi timidez; mientras que por el contrario mi madre se alegró muchísimo pues pensó que así tendría más oportunidades de conocer a alguien y decidió regalarme el departamento en el que vivo, encargándose a la vez de no tenerme muy lejos de ellos pues su casa está, más o menos a una hora y media de este lugar, igual no me quejo, algo es algo y me siento feliz de ser libre. Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando oigo el timbre de mi celular, me dirijo al lavaplatos y dejo el recipiente en el que comí cereal allí, luego voy hasta mi celular y veo que la notificación fue de un correo entrante lo cual significa que es trabajo, así que voy hasta la habitación que convertí en mi mini despacho e inicio sesión en el portátil, compruebo que como sospechaba es un correo de mi jefa, en el que me felicita por la última corrección que me asignó y me avisa que mañana tendremos una reunión, pues al parecer Adam, el compañero que tuvo el accidente, se reincorpora de nuevo al trabajo, al final está la anotación de que también tiene que hablarnos sobre unos cambios que ha decidido hacer en la editorial; esta última parte me deja intrigada ¿cambios?, ¿a qué se refiere con eso?, sólo espero que sean cambios para bien. El resto del día me dedico a organizar lo mejor que puedo mi departamento; me encargo del desastre que es mi armario y desempaco algunas cajas que he encontrado, intento mover los muebles qué más puedo y los que no los dejo como quedaron después de la mudanza, por lo que mi departamento parece un laberinto de muebles, lo cual me causa gracia. Para cuando termino de organizar lo que más he podido son las tres de la tarde y me doy cuenta de que no he almorzado nada, siento a mi estómago protestar y pienso en que podría cocinar algo, pero estoy muy cansada así que decido acercarme al restaurante casero que se encuentra al frente de mi edificio, voy por mi monedero y aprovecho a ponerme ropa decente, tomo las llaves de la mesita del recibidor y camino hasta el ascensor. Vivo en el quinto piso del edificio así que no me hace mucho ánimo bajar las escaleras; cuando llego a la recepción saludo a Thomas el conserje del edificio y me dirijo al pequeño restaurante para comprar algo para llevar y comer, pero al final termino por almorzar allí mismo pues el ambiente es muy acogedor. Cuando regreso al edificio, Thomas me detiene diciendo que me ha llegado una de las últimas cajas que estaba esperando para el departamento, lo cual me anima; sin embargo, en cuanto la miro bien noto que es muy grande y se ve bastante pesada, mi ánimo decae y me pregunto cómo se supone que la voy a llevar; estoy tan concentrada mirando la caja como si ella pudiera darme la respuesta que no me doy cuenta de que alguien más llegó a la recepción hasta que escucho una gruesa y varonil voz que se dirige a mí. —¿Necesitas ayuda con eso, preciosa?
Al escuchar esa voz varonil levanto rápidamente la mirada de la caja y me encuentro con un hombre rubio y alto, muy alto, sus ojos son verdes y me doy cuenta de que tiene una ceja enarcada; una lenta y sexy sonrisa se forma en su boca; ladeo la cabeza ¿cuál fue su pregunta?, ni siquiera lo recuerdo; pero al parecer él se da cuenta porque se muerde el labio y me repite: —Te decía que si necesitas ayuda con eso, preciosa —Señala la caja detrás de mí y caigo en cuenta. —Ammm ¿sí? —Carraspeo. —Bueno, emm… en realidad, sí; ¿vives en este edificio? —Su sonrisa se ensancha aún más. —De hecho, no sólo vivo en este edificio, soy tu vecino; sólo que nunca nos habíamos visto de frente, yo te he visto a ti, pero creo que tú no me has visto a mí —Siento que mi rostro se calienta, él al ver mi sonrojo me guiña un ojo y me sonríe tiernamente, Dios es un hombre muy lindo. —Bien y… ¿te ayudo o puedes con la caja tu solita? —Lo miro nuevamente y luego a la caja, entonces me ordeno a mí misma hablar para no quedar como idiota. —Mmm sí, por favor y si no es molestia. —Claro que no es molestia, con gusto te ayudo. —Pasa por mi lado e inmediatamente miro al suelo y mis mejillas se encienden nuevamente, toma la caja como si no pesara nada y se encamina hacia el ascensor, rápidamente le doy las gracias a Thomas y sigo a mí recién descubierto vecino sexy. Oprimo el botón para pedir el ascensor; luego cuando entramos oprimo el número cinco y las puertas se cierran frente a nosotros; miro a mi vecino y noto que me mira y sonríe, el lado de la comisura izquierda de su labio se eleva más que el otro y tiene un brillo extraño en la mirada, como si fuese feliz por estar ayudándome pero a pesar de eso logro notar un rayo de tristeza en su mirada; lo cual me intriga. El timbre del ascensor me hace mirar nuevamente al frente y salgo apresuradamente, puedo sentir que él me sigue; llegamos a mi departamento, abro la puerta y me hago a un lado para que pase, en cuanto los dos entramos cierro la puerta. —Guau, veo que tienes una decoración muy… singular —Me dice cuando ve el laberinto de muebles que hay en mi sala, me sonrojo nuevamente y tartamudeo al contestarle. —Bu... bueno en realidad he movido lo que más he podido —La sonrisa desaparece de su rostro en cuanto termino mi frase en un murmullo y totalmente serio me dice: —¿No tienes a nadie que te ayude con eso?, una cosita tan jodidamente linda y pequeña como tú no debería mover cosas pesadas —Mira nuevamente alrededor y me quedo sin palabras cuando se quita la chaqueta que tenía puesta y la deja encima de uno de los muebles. —Bueno no te dejaré así sabiendo que puedo ayudarte, dime dónde pongo los muebles y te ayudaré con esto. Ni siquiera me muevo, creo que estoy en shock, no sé qué decir, nunca nadie me había ofrecido ayuda tan amablemente; cuando salgo del shock caigo en cuenta de que ni siquiera sé su nombre, por lo que sacudo la cabeza para deshacerme de los pensamientos que me invaden e intento hablar lo más segura que puedo. —Bueno para empezar podrías decirme tu nombre —Le extiendo la mano y él la mira con una sonrisa. —Me llamo Sophie —Él estrecha mi mano y noto nuevamente ese brillo medio triste en su mirada. —Soy Miguel —Me quedo perdida en esa mirada hipnotizante, pero a la vez nostálgica que me da con sus ojos verdes, suelto su mano y me alejo unos pasos de él, carraspeo e intentando alejarme más de él me acerco a un gran mueble que hay en medio de la sala. —Podríamos empezar por este, es uno de los más pesados y sola no lo puedo mover —Él se acerca a la otra punta del mueble y mirándome con una sonrisa dice: —Bueno entonces manos a la obra, guíame, preciosa Sophie. ************************************ Tres horas después Miguel me ha ayudado a acomodar todos los muebles y a desempacar las cajas que aún estaban esparcidas por todo el departamento, en este tiempo me he enterado de muchas cosas sobre él, como por ejemplo que está estudiando veterinaria, que vive en el edificio hace un año más o menos y que viene de un pequeño pueblo del cual no recuerdo el nombre; supongo que de ahí su deseo de ayudarme y ser amable conmigo. Además, también me confesó que le recuerdo mucho a su hermana menor, la cual falleció hace un año y medio; pues perdió la batalla contra el cáncer, eso me puso bastante triste, pero él se encargó de dejarme claro que lo aceptó en su momento con resignación y fuerza; pues entendió que ella ya estaba muy mal y que era lo mejor. No pude evitar tomar su mano cuando vi que se le aguaron los ojos al contarme cuantas cosas intentaron para conseguirle más tiempo en este mundo; ahora entiendo su mirada triste y la sobreprotección que vi en su rostro cuando le dije que intenté mover los muebles sola; sin embargo, al final él disipó el ambiente triste con un comentario gracioso que me hizo olvidar el mal rato. Es gracioso, mucho, diría yo, me ha hecho reír demasiado contándome anécdotas de su niñez que vivió con su hermana o con algún primo y me es imposible no pensar en que de seguro fue todo un diablillo cuando era pequeño. Para cuando terminamos de contarnos cosas de nuestras vidas y de conocernos, me doy cuenta de que ya es de noche así que lo invito a cenar para agradecerle toda la ayuda que me brindó, él insiste en ayudarme y mientras estamos en la cocina me doy cuenta de que he encontrado un buen amigo en mi sexy vecino y que al parecer él me ha tomado bajo su brazo como un papá oso, pues me lo dejó muy claro al manifestarme que siempre le avisara cuando tuviera un problema o quisiera hablar, Mentiría si digo que eso no me alegra pues me siento cómoda con él y eso es muy raro en mí, teniendo en cuenta que siempre intento huir de la interacción con los hombres; cuando terminamos de comer hablamos otro poco y luego se marcha, pues debe levantarse temprano para sus clases, se despide dejando un pequeño beso en mi frente y recordándome que ahora cuento con él en mi vida. Con una enorme sonrisa me voy al baño a lavarme la cara y los dientes, después paso por mi armario a dejar ropa lista para mañana, me pongo un camisón grande para dormir y me voy a la cama dejando programada la alarma para el día siguiente. ************************************ Me remuevo inquieta cuando siento que algo cae en mi abdomen, al llevarme los dedos hasta allí para descubrir qué fue detecto un olor que impregna la habitación, ¿chocolate?, ¿por qué demonios hay chocolate en mi cuerpo? Siento que alguien lo esparce por todo mi abdomen hasta llegar a mis pechos, todo está oscuro, sólo puedo sentir cómo unos dedos recorren el valle entre mis pechos y luego bajan hasta mi vientre, me remuevo otra vez y siento que vuelven a subir; pero esta vez llegan hasta mi cuello y después siento como esos dedos recorren mi labio inferior e inmediatamente saco mi lengua para intentar saborear el chocolate en ellos. Sabe delicioso, me deleito lamiéndolos hasta que ya no siento más sabor de chocolate en ellos; los dedos vuelven a bajar hasta mi pecho y se arrastran por todo mi abdomen para volver a subir a mi boca, saboreo de nuevo todo lo que puedo mientras siento que toman la mano con la que me toqué para saber que había en mi abdomen hace unos momentos, siento que lamen mis dedos y los succionan, son muchas sensaciones y todas llegan hasta mi sexo haciéndolo palpitar; hago lo mismo que me están haciendo con los dedos que tengo en mi boca y se me escapan pequeños gemidos, hasta que siento que sueltan mi mano y retiran los dedos de mi boca. Lanzo un quejido de protesta hasta que siento una respiración agitada cerca de mi cuello causándome escalofríos, me dan pequeños besos y luego bajan por el valle de mis pechos lamiendo el chocolate de estos, asegurándose de limpiarlos por completo; lanzo un gemido cuando siento que muerden mi pezón derecho y tiran de él, mi espalda se arquea mientras intento acercarme más a esa boca que me tortura tan deliciosamente, sueltan mi pezón con un sonoro “pop” y se desplazan al lado contrario para realizar el mismo proceso. Aferro mis manos al cabello de la persona que me condena con esta tortura que está enloqueciéndome y que por último remata el delicioso proceso soplando por unos instantes encima de mi pezón, entonces se me escapa un sonoro grito de placer que resuena por toda la habitación. La tortura continua mientras lamen todo el chocolate que habían esparcido antes en mi cuerpo, brinco cuando muerden el área de mis costillas y siento que acarician mis muslos lentamente de arriba abajo, esa boca sigue bajando hasta que llega a mi vientre y se separa nuevamente de mí, por lo que tengo que soltar su cabello a regañadientes; después de unos segundos algo empapa mi sexo y sé de antemano que es más chocolate… ¡Dios, qué bien se siente!, por unos segundos no sucede nada y la tranquilidad de la habitación solo es interrumpida por mi respiración errática y mis pequeños jadeos. Me desespero un poco, ¿ya?, ¿no piensa hacer nada más? Estoy por formular mis preguntas en voz alta, pero obtengo mi respuesta cuando repentinamente se lanzan contra mi sexo a devorarlo vorazmente y mis jadeos se convierten en gritos cuando succionan con fuerza mi clítoris, saboreando la mezcla de todo el chocolate con el que me han rociado minutos antes y los fluidos que se escapan descontroladamente de mi sexo. Todo es demasiado intenso, pero me quedo sin respiración cuando siento que muerden mi clítoris y juegan con él entre sus dientes; creo que voy a morir, siento que mi corazón se detendrá en cualquier instante, pero pasa algo totalmente distinto… Escucho el sonido del despertador, el cual me arranca cruel y despiadadamente de mi sueño y hago lo primero que mi estado adormilado y dolorido me permite, agarro el malnacido despertador y lo lanzo a la otra punta de la habitación con un quejido lastimero; luego vuelvo a recostarme en la cama con mi camisón en el ombligo, llena de sudor y totalmente dolorida con ganas de mi liberación, no puede ser que esto me pase de nuevo. Oficialmente odio los despertadores, pero odio más el hecho de que el chocolate ya no será lo mismo que antes para mí.
Después de maldecir otro poco más mi mala suerte por no poder saber el fin de mi sueño chocolatoso, ni poder obtener mi tan ansiado orgasmo, me levanto y recojo los trozos que hay dispersos del pobre despertador, y sí que tenía latente la frustración, pues me doy cuenta de que lo he destruido completamente con el golpe que le di. Mientras entro en el cuarto de baño y tiro el despertador masacrado a la papelera me miro en el espejo, tengo las mejillas muy sonrojadas y el cabello hecho un desastre, ojalá la vida real fuera como en las películas y novelas en donde la chica siempre se levanta con el peinado intacto y ni siquiera tiene ojeras, lagañas o mal aliento, aunque eso es pura mentira; deberían mostrarlas tal y como son en realidad: el cabello siendo un nido de pájaros y con un aliento de dragón. Sigo examinando mi aspecto y noto que estoy toda sudorosa; creo que a este paso con estos sueños y todo lo que sudo acabaré muriendo de deshidratación; lanzo un pesado suspiro y decido que lo mejor será deshacerme de mi aspecto desastroso con una buena ducha. Al salir de la refrescante ducha me encargo de vestirme con la ropa que dejé lista la noche anterior, la cual consiste en un jean sencillo, una camisa cómoda, una chaqueta de jean y mis zapatos vans; no es que me moleste en ponerme traje, ni faldas de tubo; pues el ambiente en la editorial es relajado. Me organizo el cabello lo mejor que puedo en una coleta alta y desde ya se escapan algunos mechones, recojo de una vez mi bolso y desconecto mi celular de su cargador, reviso que no tenga ninguna llamada perdida mientras meto las llaves del departamento en mi bolso y me dirijo a la cocina, allí saco un poco de yogur de fresa y me sirvo en un vaso, no me molesto en preparar nada de desayuno, pues generalmente desayuno en la oficina. Después de asegurarme de dejar bien cerrado el departamento me dirijo al garaje subterráneo que tiene el edificio y allí veo a mi hija: una pequeña vespa de color rojo; podría decirse que ha sido la única locura que me secundó mi madre y creo que lo hizo más que todo por la sorpresa que le di al pedirle que por favor me la regalara, pues nunca fui ese tipo de chicas que les pedía de todo a sus padres; nunca les pedí nada fuera de lo normal, pero es que fue solo verla una tarde por casualidad y enamorarme. A decir verdad prefiero mi pequeña moto a un carro; pues creo que entraría en shock manejando uno, gracias a toda la presión de los demás conductores y los atascos. Muy a pesar de todo lo que se opuso mi padre, mi madre y yo logramos convencerlo con nuestros sobornos y cariñitos; pensándolo bien creo que le saqué una buena cantidad de canas en ese momento y cuando le comuniqué que me iba de casa. Luego de sacar mi casco del compartimiento que hay en la moto y meter mi bolso allí, me dirijo a la editorial; otro punto bueno del departamento es que el trabajo me queda tan solo a 20 minutos. Después de parquear mi moto y entrar en el pequeño edificio en donde está ubicada la editorial me dirijo directamente a la cafetería y como de costumbre la mayoría de mis compañeros ya se encuentran allí; en las mesas del fondo logro vislumbrar a mi jefa quien al verme entrar levanta una mano llamándome para que me integre a la mesa en donde se encuentra; últimamente me he dado cuenta de que se ha propuesto hacerse mi amiga cueste lo que cueste, lo cual me causa gracia pero a la vez ternura; pienso que es una persona muy especial. Su nombre es Cloe y es todo un tornado de color y alegría, así es como la describo desde el día en que nos conocimos para concretar mi ingreso a la editorial; ese mismo día me contó que la misma fue un capricho que cumplieron sus padres pensando en que solo quería jugar a la empresaria, pero ella con dedicación y esfuerzo se encargó de demostrarles que se tomó en serio su trabajo, también me confesó que tuvo un enamoramiento con mi actitud tan tímida y reservada, eso al principio me dejó fuera de balance, pero luego entendí que así es su forma de ser. Alzo la mano para saludarla y me dirijo primero a pedir un sándwich y un jugo para desayunar; después me acerco a la mesa en donde se encuentra sentada junto a Ruth, quien trabaja haciendo lo mismo que yo en la editorial, pero ya hace ya algunos años y a su lado está Adam el compañero que se había accidentado; los saludo a todos y luego le pregunto a Adam sobre su estado de salud, el accidente que tuvo fue provocado por un conductor ebrio; pero gracias a Dios Adam llevó la mejor parte, cosa que no se puede decir del conductor que iba ebrio y que se pasó el semáforo en rojo llevándoselo por delante, mi compañero nos comenta que en estos momentos el hombre se encuentra debatiéndose entre la vida y la muerte, pero que si queda vivo el proceso penal que le espera hará que desee no haber sobrevivido; pues Adam está dispuesto a hundirlo por su impertinencia y todas le comunicamos que nos encontramos de acuerdo con él en esa decisión. Conversamos sobre nuestros planes para el fin de semana, hasta que se nos da la hora de comenzar nuestras labores, Cloe toma mi brazo dejando así que Adam y Ruth vayan primero mientras que ella le ayuda a avanzar pues él aún se encuentra caminando con ayuda de muletas; sé de antemano que aprovechará para acercarse más a mí y lograr lo que tanto quiere, que es convertirse en mi súper híper mega mejor amiga, palabras dichas textualmente por ella. —Y bien, ¿qué tal el día de descanso? —Me pregunta en cuanto vamos lo suficientemente alejadas de ellos y con su euforia habitual. —Bueno, puedo decir que ya estoy totalmente mudada, al fin logré desempacar todas las cajas que me faltaban —No quiero darle más detalles, pero sé que tiene buena memoria y debe recordar que la semana pasada le comenté sobre los muebles esparcidos por toda la sala, ya que fue la mayor información que logró obtener de mí en uno de sus intentos de acercamiento. Y tal como sospechaba me mira atentamente antes de preguntarme: —¿Y qué pasó con el desastre de los muebles?, ¿también lo solucionaste? —Intento pensar en alguna mentirilla para no tener que contarle sobre mi sexy vecino, pero no se me ocurre nada que decirle, así que decido dar un pequeño paso para contribuir a nuestra futura amistad y le cuento una parte de la verdad. —Si, en realidad me ayudaron a solucionarlo —Noto como posa su mirada de halcón sobre mí y el interés se dibuja en su rostro. —Así que… ¿te ayudaron, eh? —Se queda en silencio por un momento, pero luego estalla. —¿Y bien?, ¿qué se supone que estas esperando para contarme, Sophie?, no te atrevas a dejarme con la intriga —Sé por su cara que aquí viene su momento de drama total. —Me siento muy triste Sophie, porque no quiero parecer una acosadora, ya te dije que seremos mejores amigas, pero no logro que me cuentes mayor cosa de tu vida; a veces pienso que intentas huir de mí, florecilla —Dice mientras me toma de gancho para llevarme hasta el ascensor y hace uno de sus ya característicos pucheros, lo cual me saca una sonrisa. —No intento huir de ti Cloe, es sólo que de verdad estuve muy ocupada con todo el asunto de terminar la mudanza y ambientar el departamento, pero por qué mejor tú no me cuentas qué pasó ayer en mi día de descanso, ¿hay algo nuevo para mí? —Me observa con cara de querer golpearme entendiendo mi evasiva; pero luego suspira dramáticamente mientras salimos del ascensor en el cuarto piso en donde se encuentra ubicada su oficina y de la mayoría de los ilustradores de libros, correctores y diseñadores de las portadas, en los otros pisos se encargan de las demás cosas. —Está bien Sophie, he entendido el mensaje y por el momento no preguntaré nada más; pero no creas que te librarás tan fácilmente de mí, ya iré pensando en la forma de hacerte un buen interrogatorio —Me advierte mientras me mira con una sonrisa de gato Cheshire. —Y ahora que lo mencionas, sí, hay algo nuevo para ti, lo dejé sobre tu escritorio, pero lo hablaremos después de la reunión, nos vemos florecilla —La veo alejarse con un contoneo de caderas que me hace sonreír, definitivamente tengo una jefa un tanto peculiar. Me dirijo a la pequeña oficina que se me otorgó cuando llegué aquí y en cuanto entro veo un sobre de manila encima del escritorio, descargo el bolso en una de las sillas y me siento para abrir el sobre, es un nuevo libro por corregir por lo que veo; el nombre me eriza la piel, en letras en negrita se lee ''Oscuros Placeres", su autor está bajo el seudónimo de “Luxus”, lo cual me llama mucho la atención ya que de esta palabra que está escrita en latín proviene la palabra lujuria, eso me confirma que es un nuevo libro erótico. Estoy concentrada dándole una ojeada por encima al nuevo libro en el que veo que trabajaré cuando siento pequeños toques en la puerta, luego Ruth asoma su rubia cabeza por la puerta. —Cloe dice que es hora de iniciar la reunión —Me dice dándome una pequeña sonrisa. —Claro, vamos —Le respondo tomando una libreta para anotar las cosas importantes y salgo detrás de ella rumbo a la sala de juntas.